domingo, 13 de abril de 2008

Nubes grises, nieve y fuego






Todo se balanceaba. Lentamente. Despacio. Abrió los ojos y ya no estaba en la habitación de las Linces, no podía ser porque no recordaba que el techo tuviera estrellas. Las más brillantes y cercanas estrellas que había visto jamás, incluso en su añorada playa. Levantó la mano con los ojos entrecerrados intentado tocarlas porque realmente parecía que pudiera alcanzarlas. Pero no. No pudo.
Poco a poco se levantó, confusa por no saber dónde estaba. ¿Había salido del Castillo y no se había dado cuenta? ¿Quién la había llevado allí?
La sorpresa fue aún mayor cuando al sentarse por completo, comprobó anonadada que estaba en una barca, en medio de un río de color negro azabache. Parecía no tener fondo, e instintivamente se agarró con fuerza a los bordes del pequeño bote. ¿Qué hago aquí? No puede ser... Estaba en la habitación, en mi cama... creo...
Miró a su alrededor asustada, sin ver nada, ni una sola luz que indicara un camino a seguir, solo la luz de las enormes estrellas. Tengo que hacer algo. Y se asomó por el borde de la barca, pero nada. En el agua no se reflejaba nada, ni siquiera las estrellas. Asustada se puso a llorar. Esaba perdida, perdida.....



-Perdida.... ¡Perdida! -se despertó sobresaltada, sudando y jadeando en la cama de la habitación donde se había quedado dormida comiendo chocolate.

Por toda la cama quedaban rastros de él: pastillas aún sin comer, el papel que lo envolvía de color celeste con dibujos de unos animalitos peludos en movimiento, y algunas pasas rojas regadas por la manta de la cama. Gracias a Dios, las cortinas aún estaban echadas, pero Carla no estaba segura de que las chicas no la hubieran oido. Con el grito que había dado, la habrían oído hasta debajo del lago termal. Gilipollas....
Se destapó despacio para abrir las cortinas y comprobar que todo estaba en orden. De rodillas en los pies de la cama, cogió con cuidado donde acababa una de las cortinas pegada a la siguiente y la abrió lo más despacio que pudo. Nada. Todo en orden. Gabriela en su cama, como siempre durmiendo con su pequeño antifaz "de otra forma no puedo dormir" solía decir. Alejandra, boca abajo, como cada mañana, con las sábanas revueltas y recolgando por un lado de la cama. Uff... por poco....
Decidió levantarse de la cama para darse una ducha que la refrescara antes de bajar a desayunar. Su sorpresa fue mayúscula cuando al asomarse por la ventana antes, sus ojos vieron el paisaje más hermoso y más blanco de toda su vida. Nieve. Al fin nevaba en Salmanfortis.




En la habitación de los lobos, tanto Rodrigo, Nakor como Joel aún dormían. Se habían pasado la noche charlando de las chucherías que habían traído, de quidditch y como no, de chicas. Un tema que desde hacía varios días no los dejaba indiferentes.... a excepción de Joel, que aunque más reservado, les había confesado a sus amigos que había un chico. Pero eso sí, no les había dicho quién era. Soportar sus presiones, amenazas y extorsiones -que solían estar dedicadas a pensar alguna forma de vengarse cuando supieran su identidad- había sido la tarea más dura que había aguantado jamás. Pero había logrado salir indemne de la prueba de fuego.



A penas unos rayos de luz. Ya había amanecido y en la habitación de los Osos donde dormía Catalina comenzaba a emanar una tenue luz proviniente de la ventana más cercana por la que entraban los primeros rayos dándoles los buenos días.
Pero era sábado y no tenía costumbre de levantarse temprano los fines de semana, al contrario que el resto de sus compañeras. Con un gesto de la mano, hizo que se corrieran las cortinas para sumirla de nuevo en la más absoluta oscuridad y como no, seguir durmiendo.




Ella, por el contrario, siempre se levantaba temprano. A menudo para las clases, a veces sin motivo. Otras veces simplemente no se sentía a gusto en la cama y le empezaba a doler la cabeza si se pasaba de hora. Resultado: madrugaba todos los días. Algunos buscaba a Rodrigo, la mayoría buscaba a Tomás. Pero la pregunta que se hacía a todas horas siempre era la misma "¿Por qué narices estoy saliendo con Rodrigo?" Y su respuesta siempre era la misma "Tengo, TENGO que hacerlo" convenciéndose, cada día con más fuerza, de que era lo que debía hacer.
Las palabras de Alora retumbaban en su cabeza todas las noches al irse a la cama, en la que casi siempre acababa llorando:

Un sangre pura sembrará el caos en el colegio,
intentando hacer daño tanto a la propia Escuela como a los alumnos de las diferentes Casas.
Solo la persona a la que ama podrá devolverle al buen camino guiándole por la senda de la luz.
Para así acabar con la oscuridad que se cierne sobre el futuro de las Cinco Casas.

Aún recordaba el gesto de la antigua profesora al pronunciar la profecía.... las pupilas diltadas, la mirada fija en algún punto que ella no lograba vislumbrar, la voz... esa voz de ultratumba que ponía los pelos de punta.
Cada vez que lo recordaba se le erizaban los vellos de la nuca.
"Un sangre pura sembrará el caos en el colegio.... solo la persona a la que ama podrá devolverle al buen camino...". Cada día pensaba en esa frase. No había pensado en otra cosa desde que regresó a la escuela. Porque si resultaba que Rodrigo era esa persona, ella tenía que hacer algo para evitar a toda costa que destruyera Salmanfortis.
La mayor parte del tiempo afrontaba su carga con resignación, después de todo, Rodrigo no era ni mala persona -de momento- ni feo del todo. No. Era guapo, había que reconocerlo. Pero a pesar de todo, ella estaba perdidamente enamorada de Tomás y por eso todo este asunto era más complicado.
Lo único que le aterrorizaba es que Tomás se cansara de esperar a que dejara a Rodrigo, que se cansara de ella y de sus negativas a estar con él únicamente. No podía hacerlo. Si ese momento llegara, no sabría qué camino elegir, aunque si por ella fuera estaría para siempre con Tomás, su amor, su ÚNICO amor.




Andrés por el contrario ya estaba despierto, duchado, vestido e iba de camino hacia el Salón. Se había despertado con demasiada hambre a saber por qué, ya que por la noche había cenado como si le fuera la vida en ello. Pero no importaba. Se había acostado temprano aprovechando que sus compañeros de habitación se habían quedado en la Zona Común jugando un torneo de ajedrez mágico entre todos los Delfines, en el que no tenía ganas de participar. Pero para variar, un madrugón en sábado le daría infinitas posibilidades....




Ángel ya estaba desayunando cuando Andrés entró por la puerta. Éste le saludó con la cabeza y aquel hizo lo mismo con la mano. Estaban en diferentes casas pero se conocían de los partidos de quidditch. Los jugadores de las distintas Casas siempre hacían cosas juntos, como partidos amistosos, entrenar cerca, ver las jugadas del resto de equipos, y cosas así.



A pesar de que aún eran las nueve, el Salón no estaba lo que se podría llamar vacio. Alrededor de las cinco mesas se disponían alumnos desayunando y riendo con algunos compañeros que pretendían hacer una excursión por el bosque, otros que junto con pergaminos y plumas desayunaban haciendo los deberes, algunos estaban sentados con ropa de abrigo llenos de nieve fresca después de haber salido a disfrutar de la recién reposada y fina nieve, otros no tramaban nada bueno... Si no llega a ser porque estaban dormidos, en ese último grupo hubieran estado "los Lobos".




Cuando por fin se despertaron, tanto las Linces como los Lobos bajaron a zancadas, saltando de tres en tres las escaleras que llevaban a la entrada del Castillo. Ni Carla, ni Alejandra, ni Rodrigo habían visto la nieve. Nunca. Jamás. Y cada caño ese espectaculo se grababa en sus retinas hasta que llegaba el año siguiente, la siguiente nevada. Con seguridad, en tres meses acabarían hartos de nieve, sobre todo por el frío que la acompañaba. Pero la primera, la disfrutaban como críos, como si fuera la primera vez que la veían en su vida -ya que vivían en lugares que jamás, ni por un descuido nevaba- como si fuera la última vez que la verían. Detrás de ellos tres, Gabriela, Joel y Nakor se ponían las manos en la frente en señal de estan todos locos como cencerros. Joel se apoyó en la balaustrada de entrada al Castillo con los brazos cruzados.

-¿Qué os parece esto? pss....
-Son como críos -Gabriela puso los ojos en blanco.
-Todos los años igual.... hay que ver.... -Nakor también se había sentado, pero en las escaleras de la entrada.

Los tres miraban a los chicos que se tiraban bolas de nieve, o se tiraban al suelo haciendo ángeles con los brazos y als piernas bajo las incrédulas miradas de sus amigos.
Rodrigo, cansado de los comentarios de Nakor acerca de que si fueran mas tontos serían trolls, hundió las manos en la nieve e hizo la bola más grande que pudo con el diámetro de los guantes impermeables, para después estampársela en la cara a Joel, porque por desgracia, Nakor había visto sus intenciones y la había esquivado justo a tiempo.

-¡¡Joder!! ¡¡Rodrigo, te mataré!!!

Y Joel corrió hacia donde estaban para hacer lo mismo.

-¡Qué cojones? Yo también me apunto ¡¡¡Os vais a enterar!!! -cogió la nieve que descansaba entre los escalones y se la tiró a Gabriela.
-¡¡Serás cabronazo!! ¡¡¡Ahora verás!!!


La mañana pasó entre juegos con bolas de nieve, trineos mágicos y muñecos helados con las caras de los profesores. Entre miradas fugaces de cuatro de ellos y prometedoras sonrisas tanto de Lobos como de Linces. Gracias a Hécate Joel no se dió cuenta -o si lo hizo, disimuló perfectamente-, pero gabriela.... Gabriela siempre, siempre iba más allá.
Pronto llegó la hora del almuerzo y con tanto ejercicio los chicos tenían el estómago tan vacio como una bolsa para atrapar Pringcous. A las dos justas decidieron ir a almorzar, ante la insistencia del estómago de Nakor.

-Está bien, Nak.... ¿nadie te ha dicho que eres pesado de cojones? -Rodrigo intentaba quitarse la nieve de encima.
-Si. Tú mil veces pero me la suda -le apareció un brillo en los ojos cargado de travesura.
-Si te lo digo es porque lo eres. Ya vamos, así que cállate la boca.

Alejandra soltó una risita, y Nakor la miró con una sonrisa arrebatadora.

-Lo tengo controlado ¿lo ves? Siempre hace lo que yo quiero. Menos en la cama, que entonces soy yo el que le hace caso en todo.... es que me gusta ser el sumiso ¿sabes?

La boca abierta de Alejandra y sus ojos como platos lo decían todo. Maldito cabrón. No podía cerrarla aunque quería hacerlo. Lo que acababa de decir era.... ¿coña, no?

-Joder Nak, ¡no cuentes nuestras intimidades! Es de mala educación hablar de nuestra vida sexual delante de la gente.

Y ahora fue Carla la que abrió la boca de par en par mientras se le aceleraba el corazón.

-Eso es... ¿coña verdad?
-No, nos encanta acostarnos juntos ¿por? -respondió Rodrigo con una carcajada.

Las dos soltaron un gritito casi inaudible a la vez. Fue entonces cuando Joel se dio cuenta de lo que pasaba. Rodrigo y Nakor.... simplemente entraron al castillo bajo la mirada de las dos chicas, riéndose como nunca, abrazados por los hombros mientras Nakor le daba empujones, y Rodrigo intentaba esquivarlos.

-Fli-po.
-Carla, cierra la boca o te entrarán Saxems.
-Joder Gabi, ¿has escuchado eso?
-Están de coña tia...
-¿Seguro?
-Seguro -contestó Joel que había visto la escena completa, y sonreía con los ojos. -Os puedo asegurar, que esos dos son tan heterosexuales como un buscador de madera para varitas. -se dió la vuelta y entró al castillo en dirección al Salón sonriendo y mirando hacia atrás.
-¿Qué cojones ha querido decir con eso? ¿Lo sabéis? -Alejandra flipaba.
-A saber.... ese tío es raro de cojones -le respondió Carla.
-Pero tiene más razón que un santo -les dejó caer Gabriela y también entró.
-Aunque... ¿de qué hablamos? Esta también es tela de rara.

Y riéndose ante el comentario de Alejandra, las dos entraron por último directas a almorzar junto con sus amigos. Tras una suculenta comida, todos volvieron a las Zonas Comunes para descansar.



Al llegar la tarde, las chicas decidieron separarse.

-Yo tengo que estudiar -soltó Gabriela.
-Yo iré a la biblioteca, aún no he hecho la redacción sobre el encantamiento Procotor y es para el lunes. -sentenció Alejandra.
-Vaya dos.... está bien. Yo me iré a dar una vuelta. O quizá me bañe en el cuarto de baños de Encargados del sexto piso. Total, allí nunca va nadie.
-Ten cuidado Carla. Cierra la puerta con la varita y haz un encantamiento Sellador para que nadie pueda abrirla.
-Tranquila Gabi, estaré bien -le guiñó un ojo.

Carla prometió que lo haría. Tras eso, las tres salieron de la Zona Común en diferentes direcciones.
Alejandra recogió sus pergaminos y su pluma, los metió en su bolsito de cuero color lavanda y salió en dirección a la biblioteca. Gabriela cogió de encima de su baúl "Adivinación para Adivinadores" y con una bolsa de lagartijas de sabores, enrollada en una bufanda amarilla que caía más que el abrigo negro que llevaba puesto, salió por la puerta de la Zona Común en dirección hacia el lago termal. Era el único lugar en el que se podía estudiar estando al aire libre, porque con seguridad estaría exento de nieve gracias al calor que irradiaba alquel lugar.
Carla por el contrario, cogió ropa limpia, jabón de canela hecho por elfos y una toalla tan grande que podría envolver a dos personas. Antes de irse recordó las palabras de Gabriela y volvió a por la varita. Después bajó las escaleras de los dormitorios y salió de la Zona Común en dirección al sexto piso donde se encontraba el abandonado baño de Encargados.
Cuando entró, estaba vacío, como había supuesto. Suspiró al ver la gran bañera redonda y enorme. Dejó la ropa en una balaustrada que acompañaba a las escaleras para llegar a la bañera y admiró el lugar. Siempre impresionaba la luz que entraba por el hueco al aire libre que se abría en el techo y por el que, mediante magia no entraba ni una pizca del frío polar del exterior. Todo era de un blanco lácteo, casi virginal. No se podía explicar la sensación de paz que daba esa visión. Extasiada, bajó las escaleras y abrió los grifos en forma de perfectas "S" que se situaban encima de la bañera. Se llenaba con rapidez, así que se desvistió. Cuando acabó de quitarse la ropa, ya estaba llena. Se metió y apoyando la cabeza sobre el borde, decidió relajarse lo que quedaba de tarde.



Había olvidado su pluma de ninfa. Estaba seguro que la tenía cuando estaba haciendo los deberes en al biblioteca, así que corrió bajo la esperanza de encontrarla caída en el suelo. La biblioteca estaba a punto de cerrar y debía darse prisa si quería recuperarla antes o el lunes tendría que escribir con una de las antiguas a las que tanto odiaba. Los chicos que caminaban en dirección contraria pasaban a toda velocidad, borrosos incluso. Más, más rápido. Dobló la última esquina y...


-¡¡Auchhhh!! ¡¡¡Ay!!!
-¡¡¡Joder!!!! ¿Qué cojones....?

Levantó la mirada y.... dios, ¡no puede ser! Encima suya estaba Alejandra. No sabía cómo, pero había chocado con ella al doblar la esquina, resbalando. Casi la destroza.

-¿Estás bien? Lo siento, no era mi intención, disculpa... -Nakor no sabía como disculparse.
-No te preocupes, estoy bien -Alejandra obviamente NO quería que se disculpara.

Al fin lo tenía cerca y era mucho mejor de lo que había imaginado. Estaba encima suya. A menos de un plamo de distancia sus ojos, su boca, su dulce pero terriblemente perversa mirada. La travesura en sus labios, dibujada por pintores flamencos. Qué labios, dios mío. Debe ser pecado besarlos. La mente de Alejandra volaba sin alas, recorría el castillo y volvía a ese instante visto desde afuera. Su corazón, él sí, estaba desbocado. Su conciencia le dictaba que le besara, pero debía ser prudente.
La cara de Nakor, era un poema. Por un lado asustado, boquiabierto, colorado. Por otro, le brillaban los ojos como nunca, y su paladar había comenzado a salivar como si tuviera delante un dulce de chocolate al que se comería de un solo bocado. ¿Qué cojones.... ? Para su sorpresa, no pensó en Catalina en ese momento. Es más, no se había acordado de ella en todo el día. Y por un segundo se sintió culpable.


-Perdona, no me di cuenta de que estabas...
-Yo si que lo siento.... -Alejandra se levantó, no sin pensarselo dos veces y le tendió la mano para ayudarle a levantarse.
-Gracias -respondió él y recogió del suelo las cosas de Alejandra antes que las suyas -toma, lo siento, de verdad que lo siento.... iba a buscar mi pluma, se me ha olvidado en la biblioteca.
-¿Te refieres a esta? -la sacó del bolsillo de su bolso morado y se la enseñó. Los colores de la pluma brillaban bajo la luz de la ventana cercana -estaba en el suelo de la biblioteca, así que la cogí para dejársela a Alizia por si alguien la reclamaba.
-¡¡¡Gracias!!! ¡Me has salvado la vida!
-Tampoco tanto.... he salvado tu pluma nada más -Alejandra le sonrió, pensando de momento, Nakor.
-¿Ibas hacia la Zona Común?
-Si, ya he acabado de hacer los deberes...
-Te acompaño, ¿qué menos para agradecerte que recogieras mi pluma?
-Vale.

Y con una sonrisa, le acompañó hasta la puerta.




Gabriela, pasó toda la tarde estudiando bajo una pequeña haya al lado del lago termal acurrucada con las piernas sobre el pecho y el libro encima de sus piernas. Al atardecer, decidió volver al Castillo antes de que anocheciera. Pero en el justo momento en que se levantaba para irse, Andrés le cortó el paso bajo la atónita mirada de Gabriela.

-Hola -sonrió el chico.
-Ho.... la... ¿Qué haces tú....
- ....aquí? Supongo que lo mismo que tú. Escapar del bullicio de la gente para poder estudiar en paz. Es una lástima que ya ni en la biblioteca se pueda. Al menos yo no me concentro allí, y por lo que veo, tu tampoco.
-Si... o sea, no. Es decir, es verdad. He venido a estudiar porque aquí estoy más tranquila.

No podía mirarle a los ojos. Era superior a ella, sabía que se ponía colorada nada más mirarle, contra más si hablaban. Por eso miraba al suelo, siguiendo con los ojos a un par de bichitos que andaban entre la hierba.

-¿Son más interesantes ellos que yo? -le dijo cuando se dió cuenta de lo que miraba.
-¿Qué? ¡No! ¡¡Claro que no!! -más colorada aún.
-Mírame.

Ella le hizo caso. Levantó la vista lentamente, recorriendo su cuerpo, desde los pies a la cabeza. Se percató de que tenía la corbata desabrochada y la camisa abierta un par de botones, por donde se veía su sudoroso pecho a causa del calor. Diossss.....

-Te ví. Estabas el día del Patronus ¿verdad?
-¿Qué... ? -estaba atónita - este... si.
-Lo sabía.... -y después de pensarlo un segundo le preguntó -¿Quieres venir a cenar conmigo?

Gabriela estaba blanca, patéticamente asustada, aterrada, descontroladamente colorada después.

-Yo...
-Bueno, si no quieres, no te puedo obligar.
-¡¡Claro que quiero!! -joder, dime que no he dicho eso.
-Genial entonces.... ¿vamos?
-Em.... -lo he dicho -vale....

Mientras Gabriela llevaba el libro entre los brazos, Andrés se atrevió a pasarle la mano por el hombro. Gabriela no se lo cría. Volaba. La vuelta al Castillo fue demasiado corta. Extremadamente corta.




Carla llegó a la Zona Común tan relajada que al meterse en la cama no podía dormir. Una vuelta, dos, tres, veinte. Al final decidió hacer algo. El lago... no estaría mal. Salió de la cama dejando las sábanas revueltas, cogió el bañador y se lo puso, una toalla, un abrigo, la varita y la capa. Se la puso y salió por la puerta de la Zona Común. Llegó hasta la puerta del Castillo sin problemas -no sin encontrarse a un par de Encargados haciendo la ronda- y salió en dirección al lago. Las huellas de sus pies se clavaban en la nieve, pero no importaba porque no había nadie fuera. Aligeró el paso hasta llegar. No había nadie. Dejó las cosas encima de la arena, incluído el bañador y con la varita hizo aparecer un par de luces fatuas -un hechizo que había conseguido hacer en segundo-. Antes de nada, aspiró el aire caliente, en busca del olor a sal, pero no lo encontró. No estaba en su playa, sino en Salmanfortis, y aquel agua era dulce, mineral, caliente. Nada que ver con el agua salada del mar.
Con un nudo en la garganta se metió en el agua, tan tibia que la animó enseguida. Buceó hasta el fondo, que podía verse con claridad gracias a la luz que emanaba su hechizo. Después nadó hasta el árbol que se situaba al final del lago, donde acababa cortado por las montañas ahora nevadas.
No pudo evitar recordar el día en que se encontró con Rodrigo por primera vez en ese mismo lugar. Miró las estrellas, las mismas que estaban presentes aquel día.
De repente, un suave chapoteo la sacó de sus cavilaciones.
Alguien había entrado en el lago. La habían seguido, estaba claro, por lo que seguramente la castigarían. Se echó hacia atrás, contra la pared que formaban las montañas bajo el gran tronco del árbol.


-¿Hola?

Silencio.

-Estás ahí, lo se. Eres tú. Has vuelto a este lugar.

Joder, era Rodrigo. ¡¡Rodrigo!! Decidió contestarle. Deseaba contestarle y lo hizo.

-Si, estoy.
-¡¡Lo sabía!! Decidí venir. Vi tus huellas en la entrada del Castillo, y tu ropa en la orilla. No eres una ninfa, ni ningún otro ser mágico ¿verdad?

Mierda, mierda ¡mil veces mierda!

-¿Tu qué crees?
-Que eres real.
-Pues.... -no podía negárselo, sería peor -pss.... tienes razón. Vivo en el Castillo.
-¿Quién eres?
-Eso no puedo decírtelo. Lo siento.
-¿Por qué?
-Porque no.
-Está bien, ¡está bien! Espera no te vayas.

Carla había intentado salir del tronco, pero no podía escapar, los fuegos fatuos revelarían su identidad. Joder, y la varita está en la orilla.... ¡Si la ha visto estoy perdida!

-¿Qué quieres?
-Pasar un rato contigo. Me da igual no saber quién eres....

Dios... era tan.... tan.... ¡perfecto! Y ¿por qué no? Estaban a solas ¿no?

-Está bien... -accedió mientras dejaba que Rodrigo se acercara.

Estaba excitado ante la idea de volver a acariciar esa piel, tan suave como debía serlo la luna, y ¿por qué no? besar de nuevo esos labios tan esponjosos y gruesos y dulces... con sabor a canela si no recordaba mal.
Rodrigo se sumió en la oscuridad del árbol y se acercó más a ella, más, aún más. Apoyó las manos en la pared de roca con ella entre sus brazos, contra su pecho, rozándola con los músculos de los brazos. Levantó una mano, le rozó el hombro izquierdo. La mano derecha se dirigió después hacia los labios... quería tocarlos antes de besarlos, lamerlos antes de morderlos. Probarlos una y otra vez. Ella gimió, y en la oscuridad Rodrigo sonrió: Eres mía.
Tuya, tuya, solo tuya pensó. Lo era, claro que lo era. Desde el primer día que lo vió. Siempre.

-Quiero que lo seas de verdad. Solo mía.
-¿Có... mo... ?
-Aquí y ahora.... mía.
-Tu... ya... ?
-¿No quieres?

Uo, uoo, uoooo. Esto iba demasiado deprisa para ella. No estaba preparada. Además, ¿no se suponía que quería a Julia? No podía hacerlo.

-¡No!
-¿No?
-No.... claro que no.... No así, no ahora.

Se soltó como pudo de sus brazos y se metió bajo el agua. No sabía cómo, pero buceó hasta la orilla y salió lo más rápido que pudo. Se puso el abrigo y los zapatos, nada más -y nada menos- y corrió hasta el Castillo dejando a Rodrigo en el lago. Confuso, sudando a pesar de estar en el agua, rígido y sin palabras.
No puede ser, no puede ser ¡¡Soy gilipollas integral!! Rodrigo era para mi sola ¿¿¡Se puede saber por qué soy tan tonta!??






Quizá la respuesta la tuviera a la vuelta de la esquina, dentro del castillo. Corriendo entró bajo la capa. No le importaba se le veían. Pero se paró en seco al entrar. No podía creer lo que estaba viendo. ¡Era imposible! ¡¡¡Julia!!!! con ¡Tomás!
Se estaban besando en medio de la entrada.

-Aquí no Tomás.

Ella le arrastró de la mano hasta una zona a oscuras cerca de la puerta de un escobero. Le volvió a besar, entre gemidos y suspiros de los dos. Más besos, lametones, mordiscos, labios, saliva, caricias a oscuras...

Carla no podía verlo. Era superior a ella. Pensaba en el pobre Rodrigo, en cómo él la había dejado a ella para irse con Julia porque la amaba.

-Cabrona... -susurró.

Julia pareció notar algo.

-Shhh, calla -le dijo en voz baja mientras miraba alrededor de la entrada intentando escuchar algo bajo la mirada de Tomás.
-¿Qué pasa?
-No sé. Olvidalo. Vamos abajo mejor.

Los dos bajaron hacia las catacumbas, pero Carla decidió no seguirles. Estaba segura de lo que harían allí abajo.
No lo podía creer. No comprendía lo que acababa de ver. Bueno si lo comprendía, pero no lo quería admitir. Sintió un calor en su interior que no la dejaba respirar, con el ceño fruncido miraba hacia el hueco por el que habían desaparecido. Furiosa, demasiado, cerró los puños con fuerza mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. ¿Era posible que su supuesta "mejor amiga" la que le había robado el amor de su vida, estuviera de noche, a solas besando a otro chico mientras pensaba que Rodrigo estaba dormido en su cama? ¿Qué hubiera pasado si en vez de ella hubiera sido Rodrigo el que hubiera entrado por la gran puerta? Seguramente se habría quedado atónito al ver cómo su "querida y angelical" Julia le ponía los cuernos con un chico de su propia casa.... El Capitán de quidditch.... ¡Claro! Había entrado al equipo porque él le había hecho las pruebas -a saber de qué modo-. JO-DER. Ahora todo encajaba. Lo único que quedaba fuera era él, el pobre Rodrigo. Enamorado hasta el tuétano de esa tía que a saber desde cuándo le ponía los cuernos.

Tenía que hacer algo. Claro.... claro que lo haría. No podía permitir que ella le engañara de la manera más cruel, provocando que él no pudiera ser feliz nunca a su lado. Había llegado a una única conclusión: Justicia y ¡Venganza! Dulce, dulce venganza...




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno geme aqui esla tercera vez que intento firmarte!

Ahi va --> XDDD

Uooouououo!!
ya te dije que me a encantao la entrada, como en un momento le has dado la vuelta a las historias.

Has revolucionado Salmanfortis!
Eso va a ser por la nieve, si si luego dicen que la primavera la sangre altera..pues mira lo que hace la nieve!

He muerto con la confusion que casi creen las chicas de nakor y rodri!
Ahi taba Joel para explicarlo
hablando de JOel...mi querer saber quien es el afortunadO que le va a comer la boca *upss* XDDD

Te quierooooo cielooo!

Quiero mucha mas nieve en Salmanfortis y que vivan las plumasXDDDD

Malktf dijo...

Uy la venganza tiene el mismo sabor que el chocolate???? joder que rica la venganza entonces!!!

Genial el capitulo!!! Me encanto!!! Parece largo pero se lee super bien.

Besos sabor a venganza (osea dulce) jejeje

Anónimo dijo...

Wiii, Wiiii, la trilli por fin sta aqui!!XDD

Joo, con la de tiempo que te queria comentar esta entradita, si es que me tienen secuetrá... a ver esta sin duda creo que va a ser mi preferida, por fin todas consiguen lo que desean, un encuentro, unas palabras, una invitacion.... siempre he dicho que mas vale algo que nada.... y con el tiempo ufff, ni me lo puedo imaginar deseando estoy de leer mas....

POR FIN UNA CENA, UNA CENA!!*gabi baila como una loca* Me he emocionado yo sola na mas verlo.

Trilli magnifica entrada, sigues con ese talento innato que dios te ha dado, eres un tesoro mi niña.

La musica elegida cuando la he puesto, y he leido la escenita de carla y julia, ufff no podrias haber elegido una mejor. MUCHAS FELICIDADES!!

Te quierooo mi niñaaa!!! Eres increible.

TKMMMMMM

lucy dijo...

buff,,me e enganxadoo totalmentee,,estaa geniial la historiiaa sisisisisi

estoii deseosa de saber q pasaa,,act* prontoo xfaa,,en cuantoo me aviisees,,ia stoii leyendolo otra vez jejejee

beesiitoss xxx

lucy