Se despertó a las 3:08 porque no dejaba de dar vueltas en la cama. Se sentó aún tapada por las mantas y se dejó caer en el cabecero de bronce. Pensaba. Pensaba qué hacer. Se pasó la mano por la frente, que la tenía aún mojada de sudor, y la dejó caer con fuerza en su regazo mientras miraba la tela amarilla de terciopelo que cubría el dosel de su cama.
"No puede ser, tengo que saber...." Ahogó su pensamiento al ver que Gabriela se revolvía en su cama. No debía hacer ruido si quería ir.
Se destapó con cuidado, cogió su bata amarilla y se la puso. Fue hacia su armario, lo abrió y cogió su capa de invisibilidad junto con su varita. Abrió la puerta de madera de cedro de la habitación y salió lo más silenciosamente que pudo. Al cerrar detrás de ella, intentó que la puerta encajara aguantándola con las dos manos, mientras al hacer "Click" cerró los ojos como si un troll hubiera caido desmayado. Miró a su alrededor y viendo que no había nadie en aquel lugar, bajó las escaleras hacia la Zona Común. Estaba desierta. Solo la chimenea jugaba con sus chasquidos provocando un dulce sonido al calor del fuego que aún estaba encendido.
Carla miró a su alrededor de nuevo antes de ponerse la capa por encima, mientras se metía la varita en el bolsillo de la bata. Abrió la puerta con cuidado y cerró tras de si para encaminarse hacia la segunda planta. Los pasillos estaban extrañamente oscuros, pues las paredes solían ser de piedra, o en alguna zona del castillo, blancas, solo se iluminaban por algunas antorchas que se sujetaban a las paredes mediante redecillas de metal. Siguió andando mientras giraba: derecha, escaleras, derecha, izquierda, mas escaleras....
Bajó las escaleras con el corazón a mil, mirando para todos lados "No seas tonta, tienes puesta la capa, nadie puede verte" pensaba, pero aún asi se sentía nerviosa. Sus pasos se escuchaban... no había duda, si alguien estaba por allí, no la vería pero sin duda la escucharía. Intentó andar de puntillas, para ver si así sus sonoros pasos dejaban de sonar, pero no funcionaba.
Se apresuró, casi corría, mientras su capa ondulaba por la parte inferior dejando ver sus tobillos, pero no le importaba, ya estaba llegando....
Giró a la derecha en la esquina donde se situaba la escultura de la gran Melisana y justo enfrente, se encontraba la puerta de la enfermería.
Respiró hondo, se situó delante de la puerta, sacó su varita y pronunció:
-¡Disiectum! -susurró mientras se agachaba hasta quedar a la altura de la cerradura de la puerta.
En seguida ésta se abrió haciendo un sonoro "Clack" que se escuchó por todo el pasillo, pero Carla ya estaba dentro.
Miró a su alrededor, buscando a la Señora Bernia. No estaba. Se acercó con cuidado a ver a su amiga Alejandra, que dormía plácidamente con una mano metida bajo la almohada y la otra por fuera de las mantas. Se puso de rodillas y le miró el dedo.... ya parecía estar curado "¡Qué magnífica poción la que le dió la Señora Bernia! Seguramente, al día sigueinte estaría con ella de nuevo en la Zona Común". Sonrió ante aquel pensamiento.
Una sensación extraña le recorrió el estómago. Se volvió hacia la puerta lentamente. No había nadie, estaba desierto, pero su atención se concentró en la cama más cercana a la puerta.
Allí estaba él.... no sabía que hacer, si acercarse o simplemente salir corriendo dando las mismas zancadas que le imponían los latidos de su corazón.
Se levantó lentamente mientras decidió pasar a verle antes de marcharse a la Zona Común. Pasó por el lado de las camas donde estaban Joel y Nakor "Pobres, no tienen muy buena pinta" pensó. Se acercaba a Rodrigo, con la imperante necesidad de echar a correr antes que alguien la descubriera, pero ya no podía. Sus ojos eran prisioneros de su dulce cara.... Aquellos ojos, que aún cerrados recordaba más azules que el mismo cielo, aquellos labios tan sensuales que podrían haber sido esculpidos por la propia Afrodita, su sonrisa, que aunque escondida ahora la sentía blanca y sincera... Y aunque ahora no estaba en sus mejores condiciones, no cabía duda, estaba enamorada de aquel Lobo.
Se acercó más para poder ver su rostro bajo la luz de la luna que entraba directamente por los grandes ventanales. "Que horrible ¿cómo han podido hacerle esto?" Su cara estaba toda palida, mientras algunos moratones afloraban en varias partes: el ojo lo tenía completamente destrozado, heridas aún sin cicatrizar amenazaban con abrise de nuevo y dejar paso a su roja sangre. Sobre el labio superior, varios cortes que rompían la sinuosa línea de su labio y que se estaban volviendo algo más oscuros a consecuencia de la incipiente cicatrización.
Miró su cuello que también tenía algunos moratones, sus hombros, de igual manera....
Y el corazón de Carla cada vez latía más deprisa. Le miraba ahí, inmóvil, con sus brazos desnudos a causa de la gran benda que tenía sobre el pecho que no podía evitar recorrer su cuerpo con la mirada, deseando cambiarse por aquella benda que ahora intentaba curarle.
Notaba los latidos en el cuello, en la garganta, como si su corazón fuera a salirse de un momento a otro de su cuerpo.
Se acercó aún más, quedando justo al lado, junto a la cabecera. Se puso de rodillas mientras no dejaba de observar sus magulladuras. Aquella visión le enternecía como si de repente Rodrigo se hibiera convertido en un niño al que debía cuidar.
Miró de nuevo sus labios, sus ojos, su cuello, sus hombros, su pecho.... No podía controlarse. Suspiró. Miró a los lados cerciorándose que estaba sola, aquello era peligroso. Se levantó la capa, se la quitó y la dejó encima de las piernas de Rodrigo, sobre la manta que le cubría.
No quiería hacerlo, pero lo deseaba.... Acercó su mano a la mejilla del chico y la acarició suavemente. Rodrigo no se movía, no se daba cuenta de lo que pasaba.
Carla levantó la mano y acarició su pelo, suave y corto, ahora algo alborotado.... sintió un impulso y llevó su mano hasta el pecho bendado, pasando su mano casi acariciándolo.
No podía soportar aquello, era superior a sus fuerzas... estaba colorada, incluso empezando a sudar....
En un arrebato, se acercó hasta los labios y le besó. Un beso dulce, lento.... sin malicia, solo simple amor. El estómago le dio un vuelco tan grande que quería gritar. Poco a poco se separó de él mientras le miraba.... ahora con otros ojos. Le deseaba, quería que despertara y le dijera que la amaba. Pero eso no sucedió, Rodrigo seguía allí, tumbado como si nada de aquello hubiera ocurrido.
Al darse cuenta de que nada ocurría, se puso de pie, cogió su capa y se la puso con la intención de salir de allí enseguida, no fuera a ser que a aquellas horas (ya eran las 5:17) alguien viniera a revisar a los pacientes. Se dirigió hasta la puerta mientras la abría con el mismo cuidado que cuando entró, miró hacia la cama de Rodrigo y desapareció entre las sombras de los pasillos de vuelta a la Zona Común.
Rodrigo dió un suspiro mientras abría los ojos.... miró hacia las camas que tenía al lado, Nakor, Joel y Alejandra estaban dormidos, y después miró hacia la puerta.... Cerró los ojos mientras pensaba que aquello no podía ser... "¿Carla? ¿Cómo es posible? si ella... ella.... es.... ¡la amiga de Julia!"
1 comentario:
Dios gemeeee!!
Que sa dao cuenta uooooo!!!
Sa quedao flipadoo!!
Jolines geme, de verdad, yo no podria dormir con esos tres macizorros en la misma habitacion...hasta con moratones que coño!!! XDD
PD: Maldiciones pa la jefa lalala
Te quiero geme Besitos cosmicos!
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