lunes, 21 de enero de 2008

El Paraíso







Ya era demasiado tarde, pensándolo bien ya no encontraría a Julia por el Castillo. Debía estar durmiendo. Había pasado demasiado tiempo con Carla en la Sala de Trofeos: lo que para él fueron minutos, en realidad habían sido horas. Así que se dirigió a su Zona Común.... hablaría con Julia mañana.

Al entrar encontró a Nakor y Joel sentados en el sofá.

-¡¡¡Hombre, por fin!!! ¡Joder Rodri, nos tenías preocupados! Saliste corriendo del Salón sin decirnos nada... ¿A dónde fuiste? -preguntó Nakor con cara de angustia.
-Tranquilos chicos... fui.... a hablar con.... Carla.
-¿Con Carla? ¿Para qué? ¿De qué tenias que hablar con ella a estas horas? -interrogó Joel.
-No puedo deciros nada, aún no... -cortó Rodrigo.
-¿Cómo que aún no? -soltó Nakor que ahora si que estaba preocupado.
-Ya os lo contaré mañana... antes tengo algo que hacer. Además estoy muerto, me piro a la cama.
-Leches Rodri ¿Y nos dejas asi?
-Lo siento Nak, mañana... -terminó Rodrigo que le guiñó un ojo y subió las escaleras hacia el dormitorio.
-¡Esto es increíble vamos! -protestaba Nakor que también se fue a dormir.

Los tres subieron las escaleras y se acostaron sin decir palabra. Nakor no le dirigió la palabra a Rodrigo, "no era posible que a estas alturas le ocultara algo a él y a Joel". Siempre se habían contado todo "¿qué era ahora diferente?". Rodrigo ya no era el mismo... había cambiado desde principio de curso, pero aquella noche estaba más raro aún.
Tras algunos minutos Joel y Nakor se quedaron dormidos, pero Rodrigo fue incapaz de conciliar el sueño a causa del hervidero que sentía dentro de su cabeza.



Carla llegó a la Zona Común con los ojos hinchados, rojos, llorosos aún. El pelo revuelto a causa de la carrera y una herida en la rodilla resultado de una caída por las escaleras.
Entró y se sentó en el sofá frente a la chimenea encendida que saciaba su frío. Hizo aparecer con su varita un botiquín... Podría haberse curado con magia, pero nada le importaba ahora. El dolor de curarse aquella sangrante herida, no sería nada en comparación con el que sentía en su alma, en su corazón destrozado por las palabras de Rodrigo. Volvió a llorar: sus lágrimas empapaban la corbata amarilla, ahora deshecha. Se acurrucó contra sus piernas aún sentada y mirando al fuego. El fuego la relajaba, pero lejos de hacerla dejar de pensar, avivaba sus recuerdos en la Sala de Trofeos.
Decidió irse a la cama finalmente. Intentar dormir sería lo mejor, otra cosa es que lo consiguiera. Se sentía fatal: había sido rechazada por él, por el chico que le traía de cabeza... no había nada peor.
Arrastrando los pies, se dirigió a la escalera, subiendo cada peldaño como si fuera el último de el más alto de los edificios muggles. Abrió la puerta del dormitorio y antes de terminar de abrirla por completo asomó la cabeza para ver si Alejandra y Gabriela estaban ya dormidas... no tenía ganas de dar explicaciones ahora. Estaban en sus camas respirando acompasadamente... "están dormidas" pensó y entró sin hacer ruido. Se puso el pijama y se metió en la cama, mirando a su dosel de terciopelo amarillo, confidente de tantos pensamientos y suspiros. Tras varias horas se quedó dormida entre lágrimas.....


Estaba a oscuras. De fondo escuchaba algo familiar, pero no lograba distinguirlo bien.
Ese susurro le hacia sentir bien, sonreía. Una suave brisa movió su pelo, y un aroma característico se adueño de sus sentidos. Estaba a punto de nombrarlo cuando notó algo: un aliento en su cuello. Acercándose a su oido...

-Estoy aquí... soy yo.

No sabía quién era, pero la voz era tan familiar que se le erizaron los vellos de la nuca. Todos los del cuerpo, de punta.

-Estoy contigo, a tu lado...

Estaba allí, con ella. Lo sentía tan cerca que no sabía si mirar o quedarse así para siempre, sintiéndolo cerca, sintiéndolo suyo.

-Vamos, ábrelos. Abre los ojos.

En ese instante, los abrió y se quedó con la boca abierta. La imagen mas bella jamás contemplada por sus ojos apareció, dándole la bienvenida. La brisa con su olor a sal acarició la piel de Carla, que conjugada con el ruido de las olas hacían que la chica se estremeciera. Era su casa, estaba en casa.... Su playa, sus olas, su arena pegada en sus pies tan fina que se adentraba por cualquier parte, su olor... sobre todo su olor... Para acabar, él estaba con ella. Allí, a su lado, bajo mil estrellas que se hacían cada vez más grandes ante sus ojos. Rodrigo se acercó y la abrazó. Ella, acurrucada entre sus brazos miraba el cielo que parecía protegerles. Si aquello no era el Paraíso, desde luego se parecía bastante.... Deseó quedarse así para siempre. No despertar jamás.

Aquella noche fue tan larga para Rodrigo como para Carla.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uoooo gemeee Carla sueña con el paraiso!!!
Que bonito mi querer ir tambien pa su casa a la playita!!
JUergaaaaaaaaaaaaa

Jolines geme lo que acabamos de hablar por el msn...que morbo lalala me callo vale?

La entrada esta genial aunque haya sido cortita como hemos hablado

Besitooos mi gemeee TE QUIEROOOOO!!!!!!!!!!!

Malktf dijo...

Pobre carla, que penita me da ojala rodri se vaya pronto con ella.

Que sueño mas prometedor, ojala se cumpla algun dia.

Besos de sabores

Anónimo dijo...

Uohh trilli que interesante!! pobre carlita, como me identifico con ella, siempre llorando por amooor.
Y se que esto va a sonar muy mal, pero bien se merece rodri no pegar ojo sabiendo todo el daño que le ha hecho a nuestra querida carla!!!(uff ya me he desahogado, pobre rodri lo siento, pero en esta entrada te has pasado y yo soy mujer)

Uauuuu mi querer tambien estar en el paraiso, en la playita, con vosotras, uff quiero tantas cosas....

Te quiero mi niñaaa!!!!! Millones de besotes amelocotonados, afresados, plataneros....jiji.

Syl

Anónimo dijo...

He vuelto de las vacas!!

Woaaaa!!!

Me encantaron los capis!!!!

Mi querer maaaaaaaaaas!

Te quiero!