jueves, 17 de enero de 2008
Y se abrió la Caja de Pandora
Inmóvil, no sabía si echarle cuenta a sus pensamientos o a su sentido común. Finalmente, su pierna derecha se adelantó haciendo que el resto de su cuerpo saliera de su escondite tras el árbol. Con decisión se dirigió hacia el lago, caminando ya por la arena que le antecedía, donde Carla estaba tumbada en su toalla tomando el sol. A penas se percató de que Rodrigo se había acercado.
-¡Ale quítate, me tapas el sol! -dijo Carla aún tumbada boca abajo en la toalla.
-Lo siento, pero no soy....
-¡¡Rodrigo!! -gritó Alejandra que salió como una bala del agua para saludarle, sin dejar de mirar para todos lados.
-Hola chicas.... ¿que tal estáis?
-Mojadas jajaja -dijo Gabriela mirando a Carla que aún estaba tumbada.
-Hola Carla ¿tomando el sol?
-Emm... si -sin decir nada más, se levanto, cogió las tirantas del bañador e intentó ponérselas alrededor del cuello, pero una se le escapó -aissh... -gracias a Merlín pudo sujetarla justo a tiempo.
A Rodrigo se le fueron los ojos detrás de la tiranta, posándolos después sobre las manos de Carla que aguantaban para que no se viera nada. Un nudo en la garganta no le dejaba tragar.
-Y... ¿qué haces tú por aquí? -le preguntó Alejandra, pues Carla estaba demasiado colorada como para poder pronunciar palabra.
-Salí a dar una vuelta y terminé aquí. No venía desde el año pasado, solía escaparme para relajarme mientras nadaba un poco. -contestó apartando la vista.
-Qué interesante... -soltó Gabriela que también había salido del agua y miraba a Carla mientras sonreia -¿Por qué no nos acompañas?
-Este... no, da igual ya voy de regreso. A ver si encuentro a los chicos, no los he visto en toda la tarde... -se dió cuenta en un segundo que allí no podría hablar con Carla tranquilamente, así que decidió dejarlo para otra ocasión, que no sería muy lejana desde luego.
Alejandra abrió mucho los ojos y después soltó un suspiro casi inaudible para el resto. No vería a Nakor al parecer. Por su parte, Gabriela miró a los tres... y en su cara se dibujó una sonrisa algo traviesa.
-Bueno pues... nos vemos en la cena entonces -terminó Rodrigo y haciendo un gesto con la cabeza se despidió de ellas, no sin antes echar un último vistazo a Carla, que por fin había podido abrocharse las tirantas y también le miraba.
-Hasta luego -dijeron las tres.
Mientras el chico se alejaba, las Linces se quedaron inmóviles por un segundo. Carla se cruzó de brazos y se puso colorada como un tomate, Alejandra, cambió su cara de sorpresa por una de decepción y Gabriela.... Gabriela simplemente volvió al agua.
-¡No lo puedo creer! ¿qué hacía él aquí? -les dijo Carla que estaba atónita ante la aparición del Lobo.
-¡Lo mismo que tú Carla! -respondió Gabriela desde el agua con los ojos cerrados y cara de satisfacción.
-Podría haber venido con Nakor, leches... -soltó Alejandra, que también se metió en el agua.
Gabriela comenzó a reir a carcajadas.
-Si algún día llegó a ser tan penosa como vosotras, ¡por favor, lanzadme un Crucio!
-¿Penosas? ¿¿Nosotras?? ¡¡Ahora verás!! -gritó Alejandra que se lanzó sobre Gabriela y le dió una ahogadilla tremenda.
-¡¡¡Joder Ale, que me ahogas!!!!
-Pues eso no es nada... ¡¡¡Allá voy!!! -dijo Carla que se había levantado de la toalla e iba directa hacia ellas.
-¡¡¡¡Agggghh!!!! ¡Dejadme en paz! -gritaba Gabriela intentando salvarse de las dos, corriendo por el agua con gran trabajo.
-¡Ya verás cuando te coja! -le decían las dos.
Pasaron la mejor tarde de sus vidas. Relajadas y ya secas, llegaron al Castillo para la cena.
Mientras, Rodrigo se había encerrado en su Zona Común, y recién había salido para bajar al Salón. Mientras bajaba las escaleras pensaba una y otra vez en que debía hablar con Carla. Era absolutamente necesario. A él le gustaba Julia, pero aquella tarde había sentido algo... algo extraño por Carla. Debía cerciorarse de qué es lo que ocurría con ella, y eso solo podría saberlo estando con ella a solas.
Entró en el Salón y se sentó en la mesa de los Lobos, levantando la cabeza ligeramente para buscar a las dos chicas: Julia y Carla. La primera estaba hablando animadamente con el capitán de los Halcones. Un chico rubio de ojos claros que se reía sin cesar. La segunda, estaba con sus amigas y el Capitán de los Linces. Comía una tarta de chocolate y nata mientras oía a Alejandra cómo le contaba a Ángel sus aventuras en el lago. Éste había accedido a dejar el sábado libre, pues la semana siguiente sería la última de entrenamientos antes del partido contra los Osos y quería dejar descansar al equipo.
-.... y Gabriela casi se ahoga en más de dos ocasiones ¿verdad Gabi? -le dijo Alejandra que tenía una sonrisa perversa mientras le miraba de reojo.
-Casi me ahogas tu pedazo de...
-Jajajaja te aguantas, eso para que no nos digas lo que no debes -respondió Carla que había terminado con su tarta.
-¿Qué os dijo? -preguntó Ángel.
-¡Tonterías suyas! -saltó Carla ante el temor de que se le escapara algo a su amiga.
-¿Tonterías eh? No me lo creo, seguro que dijo una verdad como un Castillo.
-Si llegas a estar en el lago, tu también habrías sufrido nuestro ataque... eso para que no digas lo que no debes -le soltó Alejandra que le había dado un codazo en las costillas a Ángel.
-Ahhg, Ale, estate quieta si no quieres sufrir un ataque de cosquillas infernales -le dijo Ángel serio.
-Eso habría que verlo -respondió sacándole la lengua.
-Estaos quietos, todos nos están mirando -advirtió Gabriela impasible mientras tomaba un té de canela.
Los tres miraron alrededor y se pusieron firmes. Era verdad, los ojos de todos en el Salón estaban sobre ellos, incluso los del los tres Lobos. Alejandra y Carla dejaron de hablar.
-Lo mejor será que salgamos de aquí -propuso Carla que se levantó en seguida, con la intención de salir del radio de acción de la mirada de Rodrigo.
-Yo me quedo un rato Carla -dijo Gabriela enigmática -y Ángel y Ale se quedan conmigo.
-¿Y eso por qué? -preguntó Alejandra con el ceño fruncido.
-¡Por qué lo digo yo! -soltó y tanto Alejandra como Ángel asintieron.
-Me quedo, me quedo -dijo Ángel mirando a Carla algo angustiado.
-Pues ahí os quedais, nos vemos después en la Zona Común -dijo Carla mientras salía por la puerta.
-Pero... ¿por qué.....? -intentó preguntarle Alejandra a Gabriela.
-¡Shhh! después te lo diré -le soltó a Alejandra sin que se diera cuenta Ángel.
Mientras subía las escaleras en dirección a la Zona Común de los Linces, Carla se sentía muy cansada, pero gracias a las aguas termales del lago, el dolor de espaldas le había desaparecido... además de haber conseguido unas sonrosadas mejillas a causa del sol. Se desperezó. Casi notaba el calor de la chimenea antes de entrar cuando alguien la cogió de la mano. Se puso más roja aún mientras miraba para ver quién era.
-.....Pero..... tú.... aquí.... y..... -no sabía qué decir.
-Puedo hablar contigo -le preguntó Rodrigo.
-Cla...claro..... -respondió mirando sus manos entrelazadas. Un calor extraño se apoderó de su cuerpo y su cara se volvió roja como las corbatas de los Osos.
-Pero aquí no, en un lugar tranquilo -le dijo mientras le sonreía y su mirada se clavaba en los ojos de Carla.
-Está bien, pero... ¿a dónde podemos ir?
-¿Qué tal a la Sala de los Trofeos? Allí nunca va nadie.
-Bien.
-Vamos.
Rodrigo tiraba de ella por los pasillos, aún sin soltarle la mano. Carla estaba en el cielo "¡¡Rodrigo le llevaba de la mano!!" Solo una cosa le asustaba: quería hablar con ella... "¿De qué? No, no podía ser..." Cerró los ojos por un instante, dejándose guiar por él. Su confianza en Rodrigo era plena, con él estaba a salvo... o la menos así se sentía a su lado.
Tras recorrer varios pasillos, subir algunas escaleras y doblar un par de esquinas, se encontraron ante la Sala de Trofeos, ubicada en el ala este de la séptima planta.
Rodrigo abrió la puerta con su varita mientras miraba a Carla para intentar tranquilizarla. Entraron. La sala no era demasiado ostentosa, a penas un par de lienzos en las paredes desnudas. Frente a la puerta, una gran urna de cristal guardaba los Trofeos de varios siglos de historia en la Escuela de Magia: al Mejor Mago de Séptimo, al Mejor Encargado, al Mejor Buscador, al Mejor Equipo, la Copa de la Casa, la de Quidditch.... Todos estaban allí.
Carla se quedó mirándolas por un momento. No sabía que existiera ese lugar, pero al parecer, el Lobo lo conocía bien.
-Vengo aquí cuando me siento mal. Miro los Trofeos y me recuerda que puedo llegar a ser bueno en algo.... -le dijo adivinando sus pensamientos.
-Son preciosos -respondió ella intentando retrasar la conversación.
-Carla, te he traído aquí para hablar contigo... necesitaba hacerlo desde esta tarde. Desde que te vi en el lago.
-Pues... aquí estoy, pero no entiendo nada... no sé de qué podríamos hablar...
-Por favor, déjame que te lo pregunte.
-¿Preguntarme? ¿El qué? Está bien, está bien.... pregunta.... -accedió ante la mirada de Rodrigo.
-Es que, al verte esta tarde... allí en el lago... sentí algo.... algo extraño -comenzó Rodrigo que no sabía cómo seguir.
-¿Algo? ¿el qué? -bien lo sabía, a ella le pasaba igual.
-Mi estómago, el corazón, se me dispararon... y quería saber si.... a ti....
-¿Me ha pasado? Pues.... -no sabía si decirlo o no - si, me ha pasado.
Carla se tapó la cara con las manos. Estaba demasiado colorada como para que Rodrigo la viera. El corazón le latía intensamente, y el estómago le dió un vuelco tremendo: exactamente de lo que estaba hablando.
-Pero... eso no puede ser ¡nosotros somos amigos! -le respondió Rodrigo resistiéndose.
-¿Amigos? ¡Claro que lo somos, pero necesito más! -dijo Carla sin pensar algo que le reconcomía desde hacía tiempo.
-¿Algo más? ¿A qué te refieres? -estaba desconcertado.
-Necesito que me veas como algo más que una simple amiga -dos lágrimas calleron de sus ojos, deslizándose por sus mejillas.
Rodrigo se quedó inmóvil, con la boca abierta. No sabía qué decir. Carla no aguantaba el silencio y salió corriendo por la puerta.
Sin asimilar lo que había dicho la Lince, Rodrigo se dió la vuelta y salió. Recorriendo los pasillos pensaba que no había sido buena idea hablar con ella. Debería haber hablado antes con Julia, saber lo que pensaba ella. Y eso haría, hablaría con Julia antes de tomar ninguna decisión.
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5 comentarios:
hoola mamita..ke buen kapitulo y bueno ya te lo habia dichi pero va otra ves::::.... ke buena historia de veras ke seria de los brujos de españa si no kontaran kontigo.....me enkanta gabi...muero por ver su historia kon el delfin..aunke es kompli..siempre sabra si le mienten....bueno y malo a la ves
DIOSSSSSSSS GEME!!!
Mas dejao loca perdia XDDD carla se lo a soltao todo todito todo!!
Y Rodrigo sa kedao flipando en colores!! Y yo tambien que lo sepas!
Mi niña viva salmanfortis, tendriamos que mudarnos todas alli te imaginas que dias mas intensos?
Con ganitas de verte!!
Te quiero mil mi niñaa
Zaraaa
PD: Se me olvido....un te de Canela!! wiiiiiii que rico *babasbabas*
Dios, que lento es Rodrigo jaja, si se ve a leguas que le gusta carla, pero en fin, aunque desespera esa actitud esto se pono interesante, a esperar mas salman, jeje!!! Saludos!!!
Sinceramente tengo que decirte que es uno de los mejores capitulos que he leido, me ha fascinado todo, desde el principio hasta el final.
Carla y Rodri en el lago, el comedor, y luego la sala de trofeos. Que escenas mas buenas!!!
Fantastico, felicidades por escribir algo tan bueno.
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