miércoles, 23 de enero de 2008

La Sala de la Estrella...




La noche había sido muy larga. La luz del sol penetraba por las ventanas del dormitorio de los Lobos, llegando hasta la cara de Rodrigo, que se protegía de la claridad con la mano.

-¿Quién ha abierto las cortinas? -preguntó mosqueado.
-Yo. ¡Vamos, despierta! -gritaba Nakor que tenía ganas de bajar a desayunar con la esperanza de ver a Catalina -¡tengo tanta hambre que me comería un dragón!
-Coño Nak, que es domingo... ¡déjame dormir! -respondió dándose media vuelta y tapándose completamente con las mantas azules.
-¡Arri....ba! -Nakor le destapó de un tirón.
-¡¡¡Te mato!!! -un escalofrío recorrió la espalda de Rodrigo, que se levantó y fue tras Nakor.
-¡¡¡Lo siento, lo siento!!!! -decía Nakor riendo, que se había tirado en la cama e intentaba esquivar los manotazos de Rodrigo.
-Ahora verás....

En la cama, intando vengarse de Nakor, Rodrigo miró por un instante hacia la ventana. Debían ser las once de la mañana por la claridad.

-¡Bueno, ya! ¡Ya sabes que conmigo no tienes que meterte! -le dijo a Nakor mientras sonreía triunfal.
-Vale, vale... pero ya veremos quien gana la próxima vez... -dijo retándolo.
-Cuando quieras, pero ahora mismo no. ¡Que tengo un hambre mortal!
-¿Ya habéis terminado de demostrar vuestra fuerza como un par de Morados Catalanes machos en celo? ¿Podemos ir a desayunar? -dijo Joel que miraba todo desde la puerta.
-Joel, eres un aguafiestas ¿lo sabes? -le dijo Nakor después de darle un empujón en el hombro, eso si, de broma.
-Cuando me retes a mi te vas a enterar, Nak -le respondió riéndose a carcajadas.

El año anterior, Joel se atrevió a contarle a sus compañeros su condición sexual, cosa que aprobaron al instante. Joel era su amigo, y nada cambiaría eso. Siempre contaba con ellos en todo, incluso les pedía consejo.

-Venga ya Joel, sabes que te ganaré... -Nakor reía más aún.
-Os ganaré a los dos, pero dejad ya de decir tonterías y vámonos de una maldita vez a desayunar o probaré lo que los muggles llaman canibalismo aquí mismo.
-Vale, Rodri, tanqui.... mira que no somos muy digestivos este y yo -respondió Nak apuntando a Joel.

Los tres salieron de la Zona Común en dirección al Salón con un hambre atroz, algo ya característico de Rodrigo: cuanto más cansado, más hambre.... y tras una noche entera sin dormir, era capaz de cualquier cosa por un bocado.
Entraron en el Salón mientras los alumnos se arremolinaban alrededor de las mesas. No había presiones, ni prisas. Todos se saludaban, algunos se sentaban en mesas distintas a las de su Casa para estar con los amigos. Chocolate caliente, churros con azúcar y canela, tostadas, zumos de varios sabores, galletas con formas de algunos utensilios mágicos: varitas, snitchs, bludgers, quaffles, recordadoras, brújulas mágicas.....
Rodrigo buscaba con la mirada tanto a Carla como a Julia: "Tengo que hablar con ella de una vez", pensaba mientras se fijaba en que Carla no había bajado a desayunar con sus amigas.


Carla había decidido no bajar a desayunar, no quería ver a nadie y menos a Rodrigo despúes de lo ocurrido. Acurrucada en su cama no accedió a bajar con Gabriela y Alejandra, a pesar de los intentos de convencerla por parte de las dos. No deseaba levantar la cabeza: por si ella fuera, habría metido la cabeza bajo tierra como las avestruces para no sacarla jamás. Cuanto más pensaba, más vergüenza le daba encontrarse con Rodrigo por los pasillos, en el Salón, en los terrenos al entrenar... Pero sabía que era inevitable: tarde o temprano se encontrarían, tal vez solos. Se le revolvía el estómago solo de pensarlo. Se acurrucó aún más, ya era casi una bola perfecta. Decidió no salir de la Zona Común en todo el día.

Gabriela por su parte, había decidido bajar a ver si veía a aquel Delfín que sin darle mucha importancia delante de sus amigas, le volvía loca. Y allí estaba, intentando convertir una taza de té en una salamanquesa. Y casi lo consigue, solo faltó la cola, que sin saber por qué se había quedado de cerámica, y la pobre a penas podía andar ante el peso.
Alejandra, miraba como tonta a Nakor desde la mesa de los Linces.

En el Salón, Rodrigo por fin encontró a Julia, que estaba como siempre charlando con un par de amigas. Siempre estaba riendo "era tan divertida...". Al fin se decidió: se armó de valor mientras se levantaba de la mesa de los Lobos ante la mirada estupefecta de Nakor y Joel. Se acercó a la mesa de los Halcones y se sentó junto a ella.

-Hola Julia -salundó Rodrigo con una sonrisa.
-Hola Rodri ¿qué tal? -contestó sonriendo.
-Bien, bien.... me preguntaba, si podrías venir a dar una vuelta.... me gustaría hablar contigo.
-¡Claro! No hay problema -le sonrió de nuevo.

A Tomás no le hizo demasiada gracia que Rodrigo viniera para hablar con Julia a solas. Y sin una sola palabra hacia él, Julia se levantó y salió con Rodrigo dispuesta a hablar con él.
Por los pasillos, se dirigieron al último piso del castillo, junto a la entrada de la Torre en la que se encontraba la Zona Común de los Lobos. Rodrigo iba delante de Julia para indicarle el camino, mientras ella, un poco asustada ante lo que pudiera decirle no hacía más que preguntar "¿a dónde vamos?"

-No te preocupes, es un lugar que solo yo conozco -dijo no muy convencido, pues si él lo había encontrado, ¿quién aseguraba que alguno más no lo hubiera hecho ya?
-Pero....
-¿Confías en mi Julia?
-Claro.... claro que confío.
-Entonces, no tengas miedo. Ven -el chico le ofreció la mano mientras ella se la daba.

Recorrieron un par de pasillos más antes de llegar al lugar exacto.
Enfrente, una pared a penas con un par de motivos en piedra se presentaba ante ellos. Siguieron la pared hacia la derecha y de repente, por todo el muro comenzaron a aparecer cientos de estrellas de piedra. Había demasiadas. Rodrigo le guiñó un ojo a Julia y se acercó: contó... 1, 2, 3.... 7. La abarcó con su mano. A simple vista, no parecía diferenciarse de las demás, pero al acercarse para examinarla, estaba notablemente hacía afuera.

-Y... ahora..... -le comentaba Rodrigo.

Sacó su varita y tras darle dos golpes en la punta superior, le dió tres vueltas hacia la derecha, y dos a la izquierda.

-¡Aperio Astrum! -dijo finalmente apuntando con la varita hacia la estrella.

Ante los dos, apareció una pequeña puerta de bronce, también con estrellas en su superficie.

-Entremos....

Julia le dio la mano de nuevo al entrar: estaba algo asustada. "¿Cómo es posible que Rodrigo descubriera algo tan complicado?"

-La descubrimos el año pasado, cosa de Nakor.... -le sonrió.
-Nakor... debí imaginarlo -respondió ella que había notado cómo Rodrigo había contestado a sus pensamientos.

Los dos entraron despacio a causa de la oscuridad de la sala. De repente, comenzaron a encenderse antorchas por todos lados, flotando sobre el suelo. La luz se hizo, tenue, iluminando lo que parecía un salón del siglo XVIII: lujoso, imponente, acogedor.
Julia no daba en sí. Miraba y miraba al frente con los ojos muy abiertos y la boca desencajada hacia un enorme sofá celeste de estilo XVI.

-¿¿¿Qué es este lugar Rodrigo??? -preguntó Julia que no daba crédito ante el sofá.
-No lo sé exactamente, aunque Nakor está seguro de que se trata de la Sala de la Fortuna....
aunque como sabes, es demasiado fantasioso. Y tampoco escuché nada sobre ella.

Julia si había leído algo, no sabía dónde, pero le sonaba ese nombre.

-¿Puedes decirme entonces para qué me has traído aquí? -le dijo seria.
-Julia, yo.... necesitaba hablar contigo.
-Pero ¿sobre qué? -se impacientaba.
-Sobre mi.... y.... sobre.... ti....
-¿Sobre nosotros?
"Nosotros...." Rodrigo comenzaba a ponerse nervioso... jamás pensó escuchar esa palabra de los labios de Julia.
-Si... sobre -tragó -nosotros.
-Pues a ver, ilústrame.
-Julia, llevo bastante tiempo intentando reunir valor para decirte esto. Pero por una cosa o por otra, siempre me echaba atrás.
-¿De qué hablas...?
-Déjame terminar, por favor.
-Está bien, está bien.
-Desde que te conocí, algo cambió dentro de mi.... ya... no presto atención en nada de lo que hago, nada me sale bien: no puedo estudiar porque solo pienso en ti, la cago en las clases porque son tus palabras las que escucho, tus risas, los entrenamientos van cada vez peor, no me concentro... Y quiero saber qué me pasa. Por eso quiero que tu me des alguna razón para esto, necesito aclararme.

Julia estaba atónita. Lo cierto es que desde que lo vió por primera vez en el tren, le gustó. Era interesante: un puro... algo tan extraño como los Bolas de Fuego nunca vistos por los alrededores de la escuela. Y era guapo, eso había que reconocerlo. Además de simpático, valiente, decidido.... Lo tenía todo. Pero ahora estaba con Tomás, no podía hacerle eso.... no lo haría de nuevo.

-¿Y bien? ¿No dices nada?
-Rodrigo, yo... no se qué decir, la verdad. A ver, eres agradable y todo eso, pero yo ahora mismo no puedo....
-¿Qué no puedes? -Rodrigo se acercaba a ella lentamente.
-No puedo, solo eso. Es tarde para eso.
-¿Para qué? -más cerca aún.
-Para...
-Dilo -a medio metro de ella, se moría por besarla de una vez.
-Pues.... -no se atrevía a decirlo, era un secreto.
-Vamos.... dilo -se acercó a ella mientras la cogía de la cintura y se pegaba a su cuerpo.

Los dos, tan cerca que se sentían el uno al otro. Sus cuerpos juntos, temblaban. Él le acarició la cara, sus suaves mejillas, claras, nacaradas... Cogió un mechón de pelo entre sus manos, reconociendo su tacto, tan suave como la seda. Se lo quitó de la cara. Poco a poco la empujó suavemente hacia el sofá celeste, se sentaron.

-¿Qué.... haces? -preguntó ella.
-Shhh.... -respondió él poniendo un dedo sobre sus labios.

Rodrigo se acercó lentamente a la boca de Julia "Esos labios... necesito besarlos" pensaba mientras los miraba.

-No lo hagas... -le dijo Julia.
-¿Acaso no quieres?
-Claro que no.
-Yo pienso que si.... -se acercó aún más, casi los rozaba ya.
-No -Julia había sacado su varita y le apuntaba con ella al cuello, clavándosela amenazante -no lo hagas o no respondo.
-No harás nada Julia.
-Claro que lo haré Rodrigo, inténtalo y verás... te lanzaré un hechizo.
-No podrás hacerlo si te beso... -miró de nuevo sus labios, tan cerca que casi podía saborearlos.
-Se lanzarlos sin pronunciarlos, acércate y...

Rodrigo no le dejó terminar: acabó rozando sus labios con los de ella. Suavemente, besándolos con tal devoción que la varita clavada en el cuello de Rodrigo se resbaló de las manos de Julia cayendo al suelo. Se rindió a sus besos, tan cálidos y dulces. El corazón se aceleró tanto que Julia le besaba apasionadamente, le mordía los labios, se los lamia levemente. Rodrigo hacía lo mismo, sentía que la necesitaba, a ella, a sus besos, su dulzura....


Necesitaba salir de allí, toda la mañana en la cama, se sentía agobiada. No quería cruzarse con él, al menos no de momento. Salió de la Zona Común aún con el pelo mojado tras la reparadora ducha decidida a dar una vuelta por los pasillos. Sus piernas la llevaban. No sentía. No pensaba. Solo andaba. Pasillos, cuadros, escaleras, tapices, alumnos que se chocaban contra ella mientras se preguntaban qué le pasaría a aquella chica....
En un instante, se decidió "Debo hablar con él... tiene que dejarme las cosas claras. Debo saber qué piensa definitivamente".
Sus piernas tenían ahora un rumbo definido, un camino a seguir: hacia la Zona Común de los Lobos. Pasillos: derecha, izquierda, izquierda de nuevo... una gran pared libre de todo, a penas sin ornamentar y de repente..... una pequeña puerta estaba abierta en la pared entre estrellas de piedra.
Carla se acercó, lentamente intentando escuchar.

-Te dije que no podrías hacerlo -le dijo a Julia tras dejar de besarla, aún mirando sus labios rosados.
-Rodrigo....

Carla se quedó blanca, de pie, en la puerta. Con la boca abierta no podía creer lo que veía. Sintió tal dolor en el corazón que tuvo que cerrar los ojos mientras se tocaba el pecho con la mano. Estaba roto. Las lágrimas surgieron de sus ojos, lloraba sin consuelo.
Pero ellos no parecieron darse cuenta.
La chica se dió la vuelta y comenzó a correr, bajó las escaleras tan deprisa hacia el primer piso que parecía volar. Salió por la puerta del Castillo sin parar de correr.... No quería volver a verlo. No volvería a la Escuela jamás.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que cosa!!! no puedo creerlo, tan bien portado que se veia el Rodrigo, ya me cay mal, pobre carla hasta a mi me dolio lo que vio, :( que pasara ahora? pordra perdonarlo si alguna vez se lo explica?
esto se pone mas interesante, felicidades Luna!!!!

Anónimo dijo...

Oh!!!! Maldita!!!!

Sos mala!!!!!

Maldito Rodrigo!!!!

No sé! Odio el mundo T_T

Pero al menos Nakor tenía ganas de ver a Catalina :P

Besos!

Malktf dijo...

-No podrás hacerlo si te beso... -miró de nuevo sus labios, tan cerca que casi podía saborearlos.
-Se lanzarlos sin pronunciarlos, acércate y...

Dios noe pero que buena eres!!! Menuda historia nos traes!!!

Besos de sabores. Genial la entrada

Samantha Mozo dijo...

hay dios luna..madre ke mala..komo le puede pasar eso a karla.aunke se komo..kuando andas tragadisima osea ida por alguien....sueles verlo en sus peores casos..pobre karla la entiendo ke pekadito la niña..yo vere komo arreglas eso kerida madresita.....

Anónimo dijo...

ooooh!! gemeee como has echo eso!

Pobre Carla :( ahora que...ya no va a querer saber na de Rodri, bueno bueno me fio de ti que se que al final lo vas arreglar de alguna manera

Por cierto que aunque Julia dijera que no...se moria por besar a rodri ¬¬ excusa lo de la varita XDDD

Por cierto me a encantado el princio la peleita de broma entre los chicos jajaja

Nakor *babas*

Besitos geme te quieroooooo

Anónimo dijo...

Aysss trilli siento el retraso y no haberte comentado antes, veras la entrada es super fantastica, vamos que me he quedado alucinando, leñes!!

Pero es que me ha parecido tan triste, cuando he leido lo de no volver a la escuela, lo de rodri y julia, vamos que por que no estoy ahi, si no le hubiera dado un par de leches al Rodri, mecachis yo que no queria cogerle mania...
bueno estoy segura que lo arreglaras, con ese arte que tu tienes, mi niña!!!

Muchos besotes megacosmicos frutales, y que te quiero y te adorooooo amoreeee!!!!