lunes, 28 de enero de 2008
La Historia de los Fundadores...
Despertó a las once y diecisiete. Abrió los ojos lentamente, mientras miraba alrededor extrañada.
-¿Qué ha pasado? ¿Dónde est...?
-Shhh.... tranquila Carla. Estás en la sala de la Zona Común -le dijo Ángel que no se había separado de ella en toda la noche.
-Pero.... ¿qué hago aquí?
-¿No recuerdas nada? -Ángel se asustó un poco.
-Em... no demasiado.... recuerdo que iba corriendo por el bosque... porque...
Se paró en seco. Acababa de recordar lo que había visto la noche anterior: Julia y Rodrigo... juntos, besándose en una sala secreta, solos....
Cerró los ojos con fuerza, no quería seguir recordando aquella imagen. Le hacía daño.
-¿Por qué? ¿Qué pasó Carla? ¿Cuál fue el motivo que te llevó a salir tan tarde al bosque, a oscuras, sola...? -estaba intrigado.
-Pues.... no se si contártelo.... pero por otro lado, te enterarás tarde o temprano. Fui hacia la Zona Común de los Lobos, con la intención de hablar con Rodrigo. Pero antes de llegar vi algo.... algo que....
-¿Qué? ¿Qué viste? Cuéntamelo.
-Julia y Rodrigo... se estaban besando.
A Ángel no le soprendió demasiado. Desde el año anterior, Julia estaba en boca de todos a causa de resultar ser un poco.... "¿cómo lo diría... ligerita de cascos?". Así era. Se decía que nunca estaba en serio con ningún chico, que solía estar con un par de ellos a la vez y que era infiel siempre. Pero no pudo decírselo a Carla... "¿no podía o no quería?" Quizá ambas, pero sentía que la que más pesaba era la segunda. No quería decírselo.
Dentro de él sentía que si se lo decía la perdería para siempre. Al parecer, lo ocurrido entre Julia y Rodrigo le había dolido a Carla más de lo normal "¿estaría enamorada de Rodrigo? si es así, mi boca estará sellada para siempre... puede ser que así tenga alguna oportunidad".
-Vaya.... -fue lo único que salió de los labios de Ángel, que aún le daba vueltas a la cabeza.
-Pues si.... y no se lo que pasó, yo...
-No importa Carla, no tienes por qué dar explicaciones. Mejor dejémoslo así.
-Si, mejor -asintió ella aliviada.
-Creo que te dejaré descansar. Debes recuperarte, gracias a Merlín y a un par de hechizos muy utilizados en los entrenamientos de quidditch, tus heridas ya casi se han recuperado. Pero necesitas recueperar fuerzas, duerme un poco -acabó el chico que salió por la puerta tras guiñarle un ojo.
Carla se acurrucó de lado mirando hacia el fuego mientras se tapaba con la manta hasta las orejas. Solo se le veían los ojos y su largo pelo revuelto.
El fuego. El fuego puede ser tan hermoso y tan perjudicial para alguien que lo mira, que lo desea, que lo necesita... Si está controlado, puede ser increíblemente amado, con su calor, sus tan ansiadas cualidades.... pero el fuego descontrolado lo destroza todo a su paso, no deja nada solo lágrimas y quemaduras. Así se sentía. Como si el fuego hubiera arrasado todo su ser y hubiera quemado su corazón ahora destrozado.
No se dio cuenta de las horas que pasaban, pero de repente, Alejandra y Gabriela entraron en la Zona Común tras las clases de por la tarde.
-¿Ya estáis aquí? ¿Qué hora es?
-Las seis -dijo Alejandra mientras se acercaba a ver a su amiga.
-¿¿Las seis?? ¡no puede ser! juraría que no eran más de las dos... cómo ha pasado el tiempo -les dijo Carla alucinada mientras se sentaba en el sofá. Seguramente, se había quedado dormida mientras miraba el fuego sin darse ni cuenta.
-¿Y qué? ¿te encuentras mejor? -preguntó Gabriela que se había sentado a su lado.
-Si, mejor... -repsondió no muy convencida.
De repente, la Zona Común se llenó de alumnos que ya habían acabado las clases, como las chicas y entraban para descansar tras un largo día de duras asignaturas.
-Creo que mejor nos vamos al dormitorio, estarás mejor alli Carla -propuso Gabriela que miraba a los que entraban con ganas de matarlos a causa del revuelo que habían montado en dos minutos.
-Si, será lo mejor -se levantó ayudada por sus amigas.
Las tres subieron al dormitorio y cada una por un brazo, dejaron a Carla sobre su cama. La taparon y se sentaron en sus camas.
-Ahora que estamos solas las tres Carla ¿nos vas a contar qué te pasó ayer?
-¿A mi? Nada.... -mintió.
-No jodas, a mi no me la das nena -contestó Gabriela como si leyera sus pensamientos.
-Si, yo tampoco te creo Carla -dijo Alejandra, que aunque sin tener dotes adivinatorias sabía que algo pasaba.
-Está bien, está bien.... encontré a Julia y a Rodrigo besándose.
-¿¿¿¿¿QUÉ????? -gritaron las dos.
-Si.... -se tapó la cabeza con las mantas.
-A ver, a ver.... ¿cómo ha sido eso? -preguntó Alejandra que fue corriendo a al cama de Carla y saltó encima para después destaparla -¡¡cuenta, cuenta!!
-La verdad, es que no tengo ganas de contar nada.... no quiero pensar en ellos -contestó mientras se le saltaban las lágrimas.
-Joder. Lo siento, no te preguntaré nada más - Alejandra se sentó en la cama de Carla dándole la espalda mientras Gabriela no abría la boca.
-Mira, da igual, si al final acabaréis sabiéndolo.... -dijo Carla decidida a contarle a sus amigas lo ocurrido.
-Seguramente, Gabi ya lo sabe -se burló Alejandra, que miraba a Gabriela como sonreía mientras se sentaba también en la cama.
-Salí de aquí para dar una vuelta y......
Carla le contó todo lo ocurrido a sus amigas, con lujo de detalles. Entre algunos sollozos y lágrimas Carla les reveló el lugar de la Sala en donde había encontrado a los chicos y qué estaban haciendo los dos cuando ella se asomó a esa puerta abierta en la pared de estrellas, que por cierto era la primera vez que veía.
-¿¿¿Cómo puede ser??? ¿¿La viste??
-¿A quién? -contestó Carla ante la pregunta de Gabriela.
-¡No, a qué! ¡¡ Viste la Sala!!
-¿Qué sala? -Carla no entendía nada.
-En la que estaban..... ya sabes, esos dos.
-¿Qué pasa con ella? -perdida totalmente.
-Joder ¿no leeis verdad? Y pensar que yo os hice ese trabajo de Encantamientos....
-A ver Gabi, explícate, estamos perdidas -dijo finalmente Alejandra.
-Eso, eplícate ¿qué trabajo? -preguntó Carla curiosa sin recordar de qué hablaba su amiga.
-Hace unas semanas, el profesor de Encantamientos nos puso como deberes hacer una redacción sobre la Sala de la Fortuna ¿recordais?
-Si -admitieron las dos, aún sin saber de qué hablaba Gabriela.
-Es la misma sala, la Sala de la Estrella y la Sala de la Fortuna -les dijo con cara triunfal ante el asombro de las dos.
-Y ¿qué es esa sala? -preguntó Carla decidida a saberlo.
-No tengo remedio.... quien me mandará a mi a deciros que leais...
-¡Para eso estás tú Gabi! con una que lo haga basta -le dijo Aleandra sacándole la lengua.
-A ver, os lo explico, porque será la única forma de la que de una vez la conozcais -se rindió gabriela -La Sala de la Fortuna, también llamada La Sala de la Estrella fue creada por los cinco fundadores de Salmanfortis. Dicen que es la forma magistral que tuvieron los cinco de plasmar los más complicados hechizos con la intención de crear un lugar tan mágico como el futuro, tan sencillo como el presente y tan recordado como el pasado.
Es allí donde los cinco unieron su magia para hacer que aquellos afortunados capaces de encontrar la puerta, vieran dentro lo que más deseaban y lo que el futuro les tenía destinados.
Solo me queda saber qué es lo que viste allí dentro.
-Vi... a Julia y a Rodrigo besándose, sentados en una gran cama con dosel, de color amarillo y azul. Era un gran dormitorio, precioso. Con candelabros, un lugar para el tocador, alfombras, tapices, cuadros....
-Ajá... eso quiere decir que lo que más deseas es ese cuarto, y según los colores.... creo que esta claro a qué se refiere -contestó misteriosa.
-Pues no, no tengo ni idea -dijo Carla.
-¡Por Melisana Carla! que torpe -dijo Gabriela dándole en la cabeza -a ver ¿te dicen algo el azul y el amarillo? son los colores de las Casas: Linces y Lobos. Está claro que lo que más deseas es estar en ese lugar con Rodrigo.
-¿¿¿Con Rodrigo??? -respondió ella, que sin entender nada, si entendía una cosa: no solo estaba Rodrigo, también estaba Julia.
-Si, le deseas.... es lo que más quieres. Pero aún así, no puedes ignorar, que también allí viste el futuro.
-¿Y eso qué significa?
-Que ese futuro no es otro que Rodrigo y Julia juntos.
Carla acababa de verlo claro. Estaba en blanco, en shock. Eso significaba que los dos estarían juntos en el futuro. No sabía si era un futuro lejano o a corto plazo, pero era evidente que ambos estarían juntos tarde o temprano. Y al parecer sería temprano.
-Vale Gabi, ya no quiero saber nada más -Carla se sentía morir.
-Tranquila Carla, hay una esperanza.
-¿Cuál?
-¿Alguno de los dos te vió?
-¿Qué pregunta es esa? No tengo ni idea.... estaba yo como para fijarme en sus ojos, no jodas.
-Si Rodrigo te vió en la puerta, las cosas podrían cambiar.
-¿¿Cómo??
-Te aconsejo paciencia. Y si quieres esperar, no estaría mal que fueras a la biblioteca para investigar sobre los Fundadores de Salmanfortis, porque es una de las tantas cosas que mandaron para mañana. Alejandra y yo ya los hicimos en clase, estamos hechas unas máquinas -dijo mientras miraba a Alejandra y se reían juntas.
-Vale, pues creo que me piro a la biblio... me servirá para distraerme y no pensar en..... -ni terminó la frase -Bueno, hasta luego.
Se dirigió a la segunda planta en la que estaba la gran biblioteca. Entró en silencio, como de costumbre. Dejó sus cosas en una mesa cercana a la sección de libros sobre Historia de la Magia y se encaminó hacia la estantería más cercana. Entre tantos libros, encontró uno bastante grnade dedicado a los grandes fundadores: "Fundadores con Historia y sus grandes Escuelas".
"Ese serviría seguro" pensó mientras lo cogía y se dirigía de nuevo hacia la mesa para sentarse. Lo abrió por el índice, y a medida que bajaba el dedo buscando sus ojos leían: Fundadores de la Academia de Magia y Hechicería Beauxbatons, Los Magníficos Magos Fundadores del Instituto Durmstrang, El Extraordinario Fundador de la Escuela Mágica de Brasil, Las Increíbles Fundadoras del Instituto de las Brujas de Salem, Los Cuatro Fundadores de Hogwarts la Escuela de Magia y Hechicería..... y por fin, Los Quintillizos Fundadores de Salmanfortis.
-Joder ¡Quintillizos! -pensó mientras lo decía en un susurro - no tenía ni idea.... a ver, página 1587.... -y comenzó a leer:
Los Quintillizos Fundadores de Salmanfortis:
Hacia el año 670, un rey llamado Garcés se casó con la princesa llamada Egilona. Al no ser de sangre real, su matrimonio le sirvió como reforzamiento al trono tras el asesinato del anterior monarca. Egilona, hija del verdadero rey ya muerto, accedió ante la posibilidad de que Garcés también la matara a ella. Fueron años duros pues el nuevo rey solo pensaba en enriquecerse a costa del pueblo demasiado pobre para subsistir y temeroso ante el poder del rey Garcés.
Como no podía ser menos, Garcés le pidió a su esposa un heredero. Uno de su sangre que continuara con la nueva dinastía. Ella, sin poder hacer nada tuvo que acceder.
Tras nueve meses, vió la luz una hermosa niña a la que Egilona llamaría Ermesinda. El rey se enfureció al ver que la recién nacida era niña, necesitaba a un varón. Un verdadero heredero. Demasiado enfadado como para ver que sería posible tenerlo más adelante, el rey cogió una pequeña daga con mango de oro y mientras la madre sujetaba la niña, se la clavó a Egilona en el vientre. "Si no has podido darme un varón, jamás volverás a ser madre".
Tras esas palabras, el rey salió de la sala de paritorio. Enseguida, los médicos reales la atendieron, gracias a Casandra, pudieron evitar que muriera... sin explicárselo eso si. Mientras tanto, la niña no había soltado ni una sola lágrima. Reía, reía feliz. Muchos dicen que fue ella la que salvó la vida de la madre.
Pero tal sonrisa, parecía estar maldita.
Tras el naciemiento, un día paseando por el mercado, la madre recibió una noticia inesperada. Un hombre jorobado y que tapaba su cuerpo y su cara con una extraña capa, le dijo unas palabras: "Bendita sea su hija, Mi Señora, pues será la que nos libre del yugo que nos oprime. Traerá al mundo a los vengadores del pueblo, a los benditos que sin entender qué son, ayudarán a su gente"
Egilona oyó todo lo que el hombre le dijo, pero no entendió nada, lo tomó por uno de esos tantos charlatanes que por aquel entonces corrían por la ciudad de Faro de Peñas. Lo que sí sabía ella, es que cada vez que la niña reía, algo raro ocurría. Estaba maldita. O eso pensaba Ermesinda a medida que crecía. Cada vez que sonreía, algo malo ocurría a su alrededor. El día más feliz de su vida, a la edad de quince años cuando recibió su primer caballo blanco, murió su madre. Sin explicación, la mujer dejó de respirar.... y Ermesinda jamás se perdonó haber reído. En penitencia, juró ante Dios que jamás volvería a reir.
Pero fue a la edad de veinte años cuando conoció a Fernando. Era un chico extraño. De familia noble, era alto, bien parecido, de ojos claros y pelo oscuro. Se instaló con el resto de su noble casa en el castillo. Poco a poco fue haciendo una gran amistad con Ermesinda, que le miraba con otros ojos. Se enamoraron.
Pasaron momentos tan felices.... hasta que su padre se enteró de lo que hacía su hija. Sin miramientos, echó a toda la familia de Fernando fuera del palacio. Le explicó a su hija, que no podían volver a verse. Ella sería moneda de cambio para alianzas entre la corona Española y la Portuguesa, sería enviada al rey portugués a cambio de un acuerdo de partición de territorios.
Ella, no conforme, busca a Fernando para decirle que sería padre. Cosa que ignoraba Garcés. En el camino, un extraño vestido con una larga capa, le dijo: "Bienaventurado el fruto de tu vientre, aquellas cinco criaturas salidas de tus entrañas serán las encargadas de matar a tu padre, para hacer llegar la justicia al reino".
Ermesinda, muerta de miedo corrió de vuelta al castillo, donde le esperaba su padre sentado en el trono. A su lado, un hombre delgado y alto sonreía. El espía del rey le había contado todo lo ocurrido con el hombre de la capa y estaba decidido a lo peor. Aunque ante las súplicas de su hija, el rey accedió a no matarla. Esperaría a que nacieran los bastardos para después encargarse de ellos. Así sería más fácil.
Tras nueve meses, justo en el año 700, Ermesinda dió a luz a cinco bebes: dos niños y tres niñas. Su padre, presente en el alumbramiento, los cogió y los dió a un sirviente bajo la orden de que los hiciera desaparecer.
Por suerte, el sirviente era leal a la princesa. No les haría daño, pero sin duda no podía dejarlos en Asturias.... los separó. Dió a los cinco, tras recorrer miles de kilómetros:
·Ramiro, fue entregado a una familia de artesanos en la ciudad de Valencia. Encargados de hacer prendas de cuero para los caballeros, el chico no tardó en hacerse con el oficio, llegando a hacer las piezas más hermosas jamás vistas. Solía buscar el cuero entre animales salvajes en el bosque. Un día encontró un oso que parecía furioso. Ramiro, calmado le miró una de sus patas, deseó con tanta fuerza que el oso no estuviera herido, que el cepo desapareció al instante. Esa fue la primera vez que el chico comprobó su poder. Y a partir de entonces, siempre se le veía por el bosque acompañado del oso.
·Alfonso llegó al seno de una familia de caballeros en torno a las Extrema-durii. Honrados por el uso de las armas, y la defensa del pueblo, se veían exentos de pagar tributos. Era una familia acomodada, rica, de grandes modales. Pero el chico no se veía como gran rentista de tierras, él estaba a las órdenes de su padre, que a su vez estaba bajo las órdenes del rey Garcés. Luchó varias veces en batallas decisivas contra intrusos e incorporó grandes masas de tierras a las ya propiedad de la Corona.
Una noche, en un campamento en el monte a la espera de la batalla, vió a un lobo acercarse al fuego con la esperanza de encotrar algo de comer. Alfonso que jamás temió a ningún animal, se apiadó de él lanzándoles algunas tiras de carne que habían sobrado de la cena. Desde ese momento, el lobo le seguía a cualquier lugar, llegando incluso a acogerlo en los alrededores de la casa familiar.
·Elvira, fue acogida por una distinguida familia noble en el Norte de Aragón. Era la más bella de todas sus hermanas adoptivas y por eso, le tenían envidia. Era idolatrada por todos los jóvenes en edad casadera, pero ella no prestaba atención a esas cosas. Sentía que el destino le tenía deparado algo mejor... mucho mejor. Le encantaba salir hasta los llanos para ver las danzas de los halcones a la hora de su cena. De noche y sola, más de una vez se llevó una bronca por parte de su familia. Fue un medio día de mayo en el que un halcón decidió posarse en su mano, levantada mientras probaba a llamarlos. Desde ese día no se separó de él.
·Jimena era una chica alocada, de brazos fuertes y piernas acostumbradas a andar. En su familia, campesina de Onoba, había que trabajar mucho para poder comer. Labrar, sembrar, abonar, regar, recoger.... era un trabajo duro. Pero a ella le encantaba ayudar a sus padres, aquellos que lo habían dado todo por sacarla adelante. Su única forma de agradecerles era trabajar más duro cada día, para poder llevar algo más de dinero a casa. A pesar de eso, las tardes eran sagradas: salía a dar un paseo alrededor de las marismas, más allá, al lugar donde las dunas se confundían con los árboles.... En lo alto de una de ellas, lo vió por primera vez... el más magnífico ejemplar de lince. Observándola, había caminado con ella ya más de dos kilómetros de vuelta. Sin saber qué hacer, le habló como se le entendiera: "No te preocupes, volveré mañana", y él dio media vuelta por donde había venido. A la tarde siguiente, el lince volvió a seguirla, a esperarla, a dejarla sola. Se hicieron inseparables.
·Numila de aspecto dulce y espíritu trabajador, se levantaba de madrugada para ayudar a su padre a recoger peces en la isla de al lado. Desde La Cruz Santa a penas podían coger nada. Los bancos de peces habían decidido moverse y ellos dos, deberían hacer lo mismo si querían comer. Montados en su modesta barca de madera, los dos salieron rumbo a la siguiente isla. Cada uno en un remo, hablaban sobre el cambio de lugar cuando, las nubes comenzaron a arremolinarse en tono a ellos. Una gran tormenta se desató en unos cuantos minutos. La barca zozobraba demasiado, era bastante vieja. Sin poder soportarlo más, se dio la vuelta con el impulso de una ola y los dos se perdieron en medio del océano. Sin saber cómo, cuándo ni dónde, una manada de delfines apareció de la nada, ayudando al viejo, y salvando a Numila que ya estaba sin fuerzas a causa del esfuerzo para ir a rescatar a su padre.
Nadando, los animales les llevaron a La Cruz Santa. Una vez allí, Numila les agradeció lo ocurrido, al parecer aquellos animales la entendían, y se fueron de nuevo. A partir de ese momento, Numila jugaba con él cada vez que salía con su padre en un nuevo barco construído por la chica.
El día que cumplieron veinte años, un viejo vestido de negro se les apareció en sueños, contándoles quiénes eran. "Debeis volver a Asturias, pues os espera vuestro trono, vuestro reino, y vuestra verdad".
Los cinco, sin pensarlo dos veces partieron a Asturias, creyendo todas las palabras pronunciadas por el hombre en aquel sueño. Sin duda creían estar destinados a algo mejor, a algo grande.
Entraron al castillo sin conocerse. Sólo a la entrada del palacio se reconocieron... y decidieron actuar juntos.
El rey al verlos no los reconoció, pero la madre sí. Que corrió hasta ellos a abrazarles y al verles su marca de naciemiento, un pequeña mancha bajo la oreja en modo de estrella dijo: "Han llegado padre. Aquí están mis hijos, aquellos que te harán pagar tu traición, tu crueldad y mi deshonra".
Garcés, un hombre ya anciano no entendía nada. "¿No se suponía que estaban muertos?"
Con más sed de justicia que de venganza, los cinco magos apuntaron su mano derecha hacia él, que se quemó entre llamas mientras se le clavaban decenas de dagas en el vientre.
Así fue cómo los cinco hermanos devolvieron la paz al reino y le entregaron la corona a su madre, legítima heredera aún siendo mujer.
En 727, viajaron a Salamanca para buscar un lugar donde construir una Escuela para gente como ellos: Magos y Brujas. La llamarían Salmanfortis, el Fuerte Salmantino. Allí no entraría nadie que no fuera destinado a ser un gran mago. Dividieron la Escuela en cinco Casas, cada una abrigada por el animal que siempre le había acompañado a cada uno:
Lince, en cuya Casa estarían los ágiles de mente, pacientes de espíritu, silenciosos, rápidos como aquel animal.
Lobos, incluirían a los astutos, trabajadores, compañeros, fieros e inteligentes.
Osos, serían los ágiles, resistentes, solitarios y listos.
Halcones, entrarían en esta Casa los más rápidos, inteligentes y los que saben trabajar solos sin necesidad de nadie.
Delfines, caracterizados por la inteligencia, memoria, leales, valientes, sociables y los que prestan ayuda a los demás sin pedir nada a cambio.
Y para terminar, crearon una sala, la más mágica de todas, que sería el lugar donde habitaría aquel hombre, viejo y extraño que se ocultaba bajo la capa negra. Que no resultó ser otro, que el sirviente de la princesa. En aquella Sala, el sirviente tendría para siempre su mayor deseo y su futuro: el amor verdadero y la eterna sabiduría, sin saber, que tanto el primero como el segundo ya los había encontrado. Eran sin duda la princesa, ahora reina... demasiado inalcanzable como para llegar ni siquiera a soñarlo. Y allí se quedó, solo en una sala de la que tenía miedo salir. Por eso si algún día encuentras la Sala de la Fortuna, lo que verás dentro será ni más ni menos, que todo lo que tu corazón anhela. Pero cuidado, tal vez pueda ser inalcanzable, o tal vez ya lo hayas alcanzado y aún no lo sepas.
Carla terminó de leer y sin pestañear cerró el libro. No lo podía creer... "¡menuda historia!"
Su mente aún pensaba en la última frase....
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Lechesss geme!!!
Digo lo mismo que Carla!
"No lo puedo creer, menuda historia"
te quedo mejor que genial neni, pedazo historia de los fundadores de Salmanfortis, me a encantao, te mereces ese café y un buen tapon de ron con miel *tirititii*
besitoooos linda T ekierooo miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiil
En serio menuda cabeza que tienes para escribir todas estas historias tan geniales.
Besos wapa
Hola bella Luna estás plena en este capítulo ^^
Si m lo permites m quedo con "un lugar tan mágico como el futuro, tan sencillo como el presente y tan recordado como el pasado"
Decías q m armara de paciencia, q era largo, pero yo quiero más, quiero mucho más de los fundadores.
Ohhh pobrecita Carla si imaginación la castigó con todo ese dolor... o será mejor q ella piense q sólo fue su imaginación.
Cuídate preciosa. Abrazote.
Publicar un comentario